Que las victorias dan confianza es una verdad tan añeja como irrefutable. Sin embargo, Los Pumas tienen el enorme mérito de construir confianza sin triunfos; tienen el valor y la entereza de creer en sí mismos a pesar de los traspiés. Sebastián Perasso
Esa confianza forjada en buenas actuaciones desprovistas de victorias, son las que le permitieron a Los Pumas mostrar desde el comienzo algunos signos alentadores. Porque sin mostrar complejos de inferioridad ni excesivas precauciones se animaron a jugarles de igual a igual a los mismísimos Wallabies.
Los Pumas conocen su potencial; saben sus fortalezas y debilidades y por sobre todo se sienten tremendamente competitivos.
Con la certeza de que podían llevar adelante una competencia entre pares, se animaron a intercambiar ataque por ataque como nunca antes en el torneo. Y como confirmación de esa muestra de confianza, en varias ocasiones prevalecieron en la ofensiva ante la defensa australiana.
En efecto, Juan Martín Hernández, Horacio Agulla, Marcelo Bosch, Gonzalo Camacho, Martín Landajo y Juan Imhoff ganaron al menos en una ocasión muchos metros con la pelota en sus brazos.
El resultado del partido (19-23) y las dos conquistas por bando sirven para graficar la gran paridad que exhibieron ambos conjuntos. No obstante, los equipos buscaron prevalecer por distintos caminos.
Australia mostró un mayor dominio territorial y mayor posesión de la pelota. Así, los ciclos de posesión australianos fueron mucho más extensos que los del rival. En ese contexto, nuestros Pumas tuvieron una mayor tarea defensiva y efectuaron muchos más tackles que los australianos. El equipo argentino efectuó 102 tackles contra tan solo 48 del adversario.
Además, un dato estadístico de enorme valor. A partir de su defensa, nuestro seleccionado nacional forzó muchos errores que desembocaron en contraataques (6). Esa defensa recuperadora tuvo una importancia significativa porque allanó el camino en la ofensiva y le dio al equipo la posibilidad de avanzar por un camino distinto al del ataque tradicional.
Está claro que los contraataques son un arma letal en el rugby moderno y nuestros Pumas construyeron a partir de allí buenos movimientos ofensivos.
A pesar de la paridad, otra diferencia sustancial estuvo dada por el aprovechamiento de las situaciones para marcar tries. Los Wallabies desaprovecharon varias oportunidades muy claras de try (hubo una perdida de la pelota dentro del ingoal contrario y una pelota trabada también dentro del ingoal oponente). Por el contrario, Los Pumas mostraron la contundencia ofensiva a la que últimamente nos tienen acostumbrados. Las únicas dos situaciones de try en el partido se transformaron en sendas conquistas.
Ya aclimatados a las terribles exigencias del Rugby Championship, Los Pumas se retiraron dolidos y apesadumbrados por una nueva derrota. En la Gold Coast, la victoria los acarició pero finalmente se alejó de ellos.
De todas formas, está claro que nuestros Pumas no saben de renuncias ni claudicaciones.
El próximo partido será una nueva oportunidad para confirmar crecimientos, exhibir progresos e ir en busca de la tan ansiada victoria deportiva.
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