¡Que sólo haya sido un flor de tropezón!

El rugby enseña, lo venimos sosteniendo y hoy no es la excepción, al contrario, es cuando más se tiene que apreciar esto. Hacer leña del árbol caído es fácil, construir algo valioso con ella, apunta un poco más alto.

Creemos que es un buen momento para practicar aquello de la humildad, del sincero reconocimiento de los errores, de mirar para adentro más que echar culpas y despotricar a los cuatro vientos contra todo y todos. No, estos son nuestros Pumas, tanto como aquéllos del 16 a 16! Es cierto que uno se ilusiona y pierde objetividad al ver o tratar de interpretar ciertas (promisorias) señales, tal vez observadas con un solo ojo.

Decíamos, es tiempo, creemos, de reconocer limitaciones y errores y también pedir disculpas (los jugadores, cuerpo técnico, etc.), y los ‘del otro lado’ no convertirnos cómodamente en meros críticos de la paupérrima situación. Siempre, unos y otros, pensando en aportar, en mirar para adelante, por su puesto, aprendiendo de los errores, abonando las virtudes antedichas.

Del partido, más allá de la supremacía verde y si bien el resultado final tiende a desestimar cualquier análisis ‘positivista’, hacer la siguiente observación: en el primer tiempo y más allá de que, como nadie hubiera pensado, la obtención falló a más no poder, en la cancha los Pumas todavía estaban plantados cuando el factor ‘suerte’ (nadie pretende sostener con esto ni darle mayor relevancia a este factor, pero todos sabemos que tiene su influencia) podría habernos dado una mano en un par de ocasiones (el ‘casi try’ de Imhoff luego de oportuno kick táctico de Agulla ponía las cosas distinto, y ya avanzado el primer tiempo) y otros hechos de no menor relevancia como el error (in)‘genuino’, voluntario, de Guiñazú, o el hecho de ‘comerse’ varios tackles al cuello el árbitro en un momento, insistimos (con el resultado puesto es otra cosa por su puesto), pero en ese pasaje del partido era clave (de pleno ataque Puma, muchas fases y control de pelota, lamentablemente esto se ‘diluyó’ con el correr de los minutos en ese único ‘oasis’), y el equipo argentino podría haber sumado puntos con un marcador parejo por ese entonces. No dejan de ser hipótesis y de considerarlas infundadas o fuera de lugar les pido disculpas y/o gracias por tomar otra opinión en última instancia.

Volviendo a la idea principal, y dejando un poco de lado tanta especulación de tipo política y/o de psicología grupal y demás (que más allá de que se dé o no, no aporta más que al ‘chusmeario’ popular), creo que todos seguimos confiando en estos hombres, que ya han demostrado su coraje y espíritu de superación y que si tienen que arreglar algo puertas adentro lo van a hacer seguramente (por algo tienen bien ganada esa camiseta).

En todo caso, habrá que reconocer superioridades sin perjuicio de seguir progresando, de seguir aprendiendo y de por sobre todo, agradecer esta enorme posibilidad de competir con las grandísimas potencias del deporte ovalado, que sin dudas y posiblemente más a la larga que a la corta, deparará auspiciosas y gratas consecuencias para el rugby argentino.

Tal vez estábamos un poquito desubicados, demasiado ilusionados, olvidándonos de la modestia y de poner los pies sobre la tierra (pequeño detalle).

Los tres de enfrente, por algo tienen 2 copas mundiales cada uno (6 sobre 7 disputados, por citar brevemente lo más resonante, pavada de palmarés!). Y en los 3 países la molécula de oxígeno es ovalada no redonda como acá!

Chau, hasta la próxima

Y a seguir apoyando y bancando a nuestros Pumas, que sólo ha sido un gran tropiezo!

Por Mariano Lemoine, desde Mendoza, especial para Tercer Tiempo

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