Los clubes, su gente, base de la pirámide

Todo empieza ahí, en cada club, desde el aporte de miles de personas que dan de su tiempo en procura de contribuir de alguna manera en la formación sana de tantos chicos…

…desde la división que le toque entrenar, dando el ejemplo como jugador de plantel superior con sus conductas tanto fuera como dentro de la cancha (y en ese orden porque el partido son 80 min nomás), desde el papel de los dirigentes, socios y allegados en general, que conforman tantos clubes (y cada vez más!) a lo largo y ancho de nuestro país.

Basta de compararnos con Europa u otras naciones potencias. Somos nosotros, con nuestra identidad, con un Cuba (tercer equipo con más títulos en la URBA) que estuvo 43 años de ‘sequía’ (muy entre comillas ya que es un club modelo, con miles de socios, polideportivo, casi centenario, etc., etc.); con un Duendes de Rosario multicampeón hace rato, tanto, como los muchos otros clubes (no tan conocidos, pero con ‘nombre y apellido’ también) que afloran año a año y en todas las provincias.

No sé cómo será en Inglaterra, Francia, Nueva Zelanda, pero sí que nuestro rugby siempre ha sido muy lindo, tratando de ligarlo a la familia (aunque no siempre se haya podido), co-formador de la persona humana, un ambiente sano, de límites, de diversión, pero también de respeto, generosidad, hospitalidad, caballerosidad, con nuestra esencia de rugby amateur, de aportar, de sumar, de poner, de que sin eso, el club tarde o temprano, tenderá a desaparecer. Por su puesto que existen diversos roles desde más deportivos hasta más administrativos o dirigenciales u operativos, pero todos, la suma de ellos, envueltos (y acá lo más importante) en una atmósfera particular, y que a través del tiempo, le va dando una identidad propia a cada institución. En donde, aquellas que realmente logren una buena relación estímulo-respuesta humana (hoy se habla mucho de buena onda), un verdadero clima de camaradería, de respeto , un lugar en definitiva a donde uno concurre en busca de pasarla bien y de tratar de hacerse de amigos, de ‘puertas abiertas’ (que esto no signifique por ejemplo, que cualquiera que llega al poco tiempo va a estar al frente de una división, y menos formativa!). Sí que haya lugar y sobre todo, den ganas de ir al club. Que no se diga o escuchen frases o comentarios del tipo ‘no, yo ya no voy más, si el club es de tales y tales’ o ‘para tener que bancarme a ese (o esos, en alusión a alguna camarilla dirigente enraizada)’, … ; ahora, qué distinto cuando se nota que esa ‘onda’ es otra, porque tampoco va a crecer un club en donde en lugar de una sumatoria de voluntades tirando para un mismo lado, sea un conjunto ‘social’ sin rumbo fijo de varios ‘haciendo la suya’. Está claro que esos ‘Titanic’ de capitanes y constructores soberbios, nunca llegarán a buen puerto. Es difícil (lo hacemos difícil en realidad), y tampoco un club va a funcionar como Caritas o Conin (entidad cooperadora que se ocupa de la desnutrición infantil) o un prestigioso coro. La diversidad va haciendo saltar diferencias, incompatibilidades, ideas distintas, … , en un club de rugby como en cualquier ámbito de interacción humana. El famoso rumbo que se le dé, cuántas velas desplegadas y en qué momento, las cuerdas tensas o sueltas (y en qué momento), los vientos y tempestades, todo eso siempre va a estar presente, el tema es saber encauzar/manejar todo eso. El paso del tiempo se encarga del resto, de mostrar las distintas realidades.

La humildad nos cuesta a todos, la unidad también, aunque a todos nos llama la atención y reconocemos esto como grandes méritos de las personas que lo poseen/tienden a ello.

Más arriba citaba a Cuba y Duendes, como podría haber nombrado al Sic, Hindú, Alumni, Newman, Casi, Belgrano, La Plata, Jockey de Rosario, Tucumán Rugby, La Tablada y tantos otros clubes importantes, con cierta historia. Quién no recordará con gusto y hasta cierto orgullo que alguna vez fue alojado o alojó a estos clubes!. O que los enfrentó en un ‘Veco’ Villegas (Tucumán Rugby), Máximo Navesi (Marista, Mza.), en los encuentros nacionales de Plaza en Rosario, de Jockey en Córdoba, el ‘Tito Cenice’ y el ‘despedida’ m-14 ‘Eliseo Rival’ organizados por Tucumán Lawn Tennis, o en alguno de las tantos ‘inolvidables’ y cada vez mejor organizados (tarea nada fácil por cierto) encuentros infantiles disputados año tras año en las distintas provincias (algunos ya tradicionales y con casi 5000 chicos de todo el país participando, y otros más recientes como el ya 4to Encuentro Nacional de Rugby Infantil, organizado en forma conjunta y entre otros, por Cuba, Newman, Biei, Los Matreros). Y que cada vez haya más de estos maravillosos encuentros en donde tantos colaboran y participan! Y que se los incentive a los chicos a que se vuelvan con teléfonos, direcciones de correo, redes sociales (nunca un mejor uso de esto),…

Estos encuentros, esos inolvidables momentos vividos, esos intercambios (cuántas veces se dio ese tándem – nos tocó viajar, ahora nos toca alojar-), esas ‘experiencias’ enriquecedoras no sólo desde lo deportivo si no más importante aún, desde lo formativo, educacional y hasta cultural, para tantos niños, adolescentes, jóvenes.

El recuerdo de aquellos terceros tiempos tan característicos de aquel club, que le ponían tanto empeño, cuyo entrenador hablaba de invitados en vez de rivales, y ellos, como inmejorables anfitriones, y sin buscarlo, lograron quedar en nuestros corazones no por los partidos ni resultados, sino por ese toque distinto que tiene el rugby y que se llama como esta página, TERCER TIEMPO.

Estas y tantas otras cosas lindas y valiosas poner en juego, arriesgar a perderlas para siempre?

Tristemente hoy ya no está tan puro ese pensamiento, tan inocuo como genial, en el joven de 15 o 16 años de ‘jugar en mi club, con mis amigos’, y tal vez muy allá en el horizonte, y más como un sueño que como objetivo inexpugnable de aquel inocente pero leal razonamiento, el hecho de llegar a jugar en primera, que qué lindo sería por su puesto, pero remarco, algo casi como un premio, como un ‘bienvenido sea’ llegado el caso, pero nunca como premisa o meta. Hoy, esa cabecita ya no está tan a la altura de su edad, tan límpida, son tiempos (hemos abierto la puerta para que sean) del patrón dinero, del éxito, de vencer de una vez por todas a las grandes potencias, y de todo eso que ya entró, se sentó a la mesa y está esperando el primer plato (o tal vez ya el postre).

Y de a poco se empieza a ver, divisiones juveniles que antes (10/15 años atrás) tenían 30/40 jugadores más pugnando por hacerse amigos que por depurar su juego, ahora a duras penas llegan a fin de temporada con un par de ‘suplentes’. Y, se van yendo, se van desmantelando, empiezan a aparecer los parches de juntar las m-18 con las 19 y ese tipo de maniobras. ‘Si la tendencia actual me marca que esto va apuntando a los más buenos y con eso de que no hay peor ciego del que no quiero ver, no pierdo más el tiempo, si yo un excelente jugador no voy a llegar a ser nunca. Qué, Pladar, seleccionado, qué?. No si yo vengo a divertirme’. Otro tipo de análisis no?

No se trata de hacer una ‘suerte de remake’ de Inocencia Perdida, o de tirar frases etéreas como ‘el rugby no se mancha’, ni de ir contra la ‘corriente’, sino de velar por intereses nobles, altruistas, ya descubiertos y más que probado que dan sus buenos frutos, se trata más bien de pensar un poco (y actuar en consecuencia), alguna vez, en las implicancias futuras, que en muchos casos ya son presente.

Va a ser muy difícil separar las aguas, y en todo caso a expensas de perder valiosos y tal vez irrecuperables litros.

Por uno, dos o ningún ‘destacado’ por camada (si la estadística ‘profesional’ no es muy conveniente tal vez nunca se tenga), tirar todo por la borda? Todo, los valores, el hecho de jugar solo por el hecho de estar con mis amigos, de pasar y compartir un buen momento con ellos y al mismo tiempo aprendiendo cosas sanas que después nos sirven para la vida, bueno todo lo que venimos recalcando nota tras nota.

Gracias estimados lectores y espero ya vayan terminado un año en familia y con la fuerza y optimismo de seguir para adelante!

Hasta la próxima.

Por Mariano Lemoine, desde Mendoza, especial para Tercer Tiempo

Opinión

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