Las dos caras de Los Pumas

El partido frente a Irlanda en el Aviva Stadium de la ciudad de Dublin marcó el final de una temporada histórica para nuestros Pumas. Una temporada intensa, larga y enriquecedora desde todo punta de vista.

Los partidos en el Rugby Championship han servido como plataforma para un rápido aprendizaje. Un camino de progreso y superación que no estuvo exento de contrariedades y derrotas abultadas.

En ese torneo, el equipo exhibió su habitual defensa férrea y organizada, y a ello le adosó buenas dosis de progreso en los inicios de juego, en el mantenimiento de la pelota y en el poder de try.

 

En un contexto súper-competitivo como el del Rugby Championship, Los Pumas tuvieron el enorme mérito de construir confianza sin triunfos. Algo que debe ser valorado en toda su dimensión.

 

En síntesis, Los Pumas fueron un equipo competitivo y – como se dijo – que mostró grandes progresos en varios rubros.

 

Sin embargo, cuando más se esperaba de ellos, menor fue la respuesta del equipo. Demostraron que en las condiciones más adversas fueron donde se mostraron más a gusto y donde afloraron sus cualidades históricas: garra, tesón, entrega, coraje y perseverancia.

 

Pero cuando las expectativas de triunfo eran más elevadas, el equipo olvidó sus fortalezas y se mostró dubitativo, lejos de su mejor versión. En ese sentido, los últimos dos partidos del Rugby Championship fueron una prueba acabada de ello.

 

No obstante el panorama señalado, el Rugby Champinship dejó valiosas lecciones para nuestro rugby.

 

En primer lugar la necesidad de desarrollar y perfeccionar el juego con el pie como arma de ataque y como manera de marcar puntos. Frente a ese panorama el rugby argentino debería plantearse seriamente la necesidad de incorporar en su staff técnico a un entrenador de patada. Ante las dificultades exhibidas para igualar el poderío físico de los tres colosos del sur deberíamos lograr maestría en el juego con el pie como una herramienta para prevalecer en la ofensiva.

 

Otra linda lección nos la entregaron los fabulosos All Blacks. Desarrollar el juego en las salidas es fundamental, ya que representan los porcentajes de obtención más bajos entre los distintos inicios del juego. Las salidas tradicionales ejecutadas a las plataformas preestablecidas por el oponente generan gran cantidad de perdidas de posesión. Así las cosas, los All Blacks han demostrado que con un buen kicker, las salidas no tradicionales a lugares poco ortodoxos cuentan con un porcentaje de eficacia mucho mayor.

 

Por último, otra enseñanza en el rugby de elite. El ataque en primera fase desde un scrum constituye una oportunidad única para prevalecer. En consecuencia, todo equipo internacional debe aprender a capitalizarlo. En este rugby sin espacios, el hecho de que haya por equipo nueve jugadores agrupados e involucrados (8 forwards y el medio scrum) en la formación invita a tomar riesgos y a animarse a aportar soluciones novedosas, ya que en ninguna circunstancia del partido “la cancha es tan grande” como a partir de un scrum…

 

La ventana  de noviembre representó la confirmación de un equipo bipolar, de un conjunto con dos caras muy diferentes.

 

Luego del fabuloso triunfo frente a Gales, cuando el equipo debía ratificar el rumbo y confirmar progresos, se mostró aturdido y tocó partituras desconocidas. Así, en ese contexto, Los Pumas lisa y llanamente desafinaron.

 

Pero ¿cuáles son las razones de semejantes vaivenes? ¿Que motivos gobiernan tantos matices en tan poco tiempo? ¿Porque el equipo mostró dos caras diferentes? Me permito un acercamiento. Los Pumas transitaron en este 2012 una temporada extenuante como nunca antes.

 

En ese sentido, resulta difícil que en un deporte tan mental como el rugby los jugadores exhiban la misma intensidad psíquica en cada compromiso. Lograr el E.I.R (Estado Ideal de Rendimiento) implica contar con jugadores en óptimas condiciones de competencia y en ese contexto el aspecto mental es primordial.

 

Lograr que los jugadores cuenten con las habilidades mentales para la alta competencia es una tarea engorrosa que requiere de especialistas en dicho rubro.

 

El rugby de elite no puede dejar de apoyarse en psicólogos deportivos, puesto que son ellos los que cuentan con las herramientas que permiten al jugador elevar notablemente su rendimiento deportivo. Su tarea contribuye a que el jugador esté energizado positivamente (auto-motivación), se sienta seguro y pleno (auto-confianza), sienta tener el control de todo lo controlable (auto-control) y pueda dar lo mejor de sí mismo (auto-realización).

 

Las arengas y los gritos del entrenador como método para motivar tienen una incidencia limitada y por otra parte en algunas circunstancias pueden ser contraproducentes.

 

Someter a un jugador a continuas situaciones de presión como en el caso de los “test matches” puede provocar que éste padezca un estrés mental (significa estar «quemado») con el consecuente decaimiento en su performance.

 

En definitiva, manejar o dominar las situaciones de presión (tanto internas como externas) así como desarrollar las habilidades mentales, requiere de profesionales capacitados para llevarlo adelante.

 

En síntesis, culmina un año fascinante que requerirá la urgente necesidad de capitalizar una experiencia positiva. Ése será el verdadero desafío para la nueva aventura que se avecina: La temporada 2013.

 

Por Sebastián Perasso

Opinión

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