Infracciones buenas

“Si las cobrás a todas el partido no se juega” me contestó. No era el momento por eso no dije nada. Porque la respuesta lógica hubiera sido “que te parece si primero que todo preparás a los jugadores para que no cometan dichas faltas”. Me contuve. Pensé (no está prohibido pensar) entonces: o sea que no marcar las infracciones ayuda al juego de rugby.

 

Porque no se trata de que se caiga hacia adelante la pelota desde las manos, o que el pase hacia un compañero sea hacia adelante, que son en realidad las más inocentes, no, se trata sin dudas de faltas graves y lo son porque las infracciones que citaré son cometidas porque, al hacerlas, se lastima el juego limpio. Hiere el espíritu con el que se debe practicar este deporte.

Las más graves con tres: 1) el señuelo que se lanza por delante de la línea del traslado de la pelota tratando de distraer la maniobra defensiva. Por favor señor auxiliar de árbitros, tómese la molestia de seguir con la vista al señuelo hasta que llega a igualar la línea defensiva. Hágalo dos o tres veces por partido. Comprobará que en un 80 por ciento, sin querer lo “toca”,  “roza” o directamente detiene al hombre que se dispone a seguir el traslado de la pelota que está ejecutando el atacante.

2) Invasión del terreno que está adelante del pateador en las salidas de 25 yardas o de mitad de cancha. Por partido, es una infracción que se está por recibir de pelota torcida en el scrum, que es la tercera que citaré.

3) La famosa y estelar pelota torcida en el scrum. Porcentaje: cero pelotas reglamentariamente bien echadas.

Ni hablar de los postes defensivos o de ataque que se instalan delante de los últimos pies del ruck; o del hombre que está en el suelo que se demora en regresar a ponerse on side después del tackle.

Lo compruebo cada vez que voy a la cancha, o cada vez que prendo la TV.

Estiré mis brazos por sobre la compu y escarbé la biblioteca. Saqué uno al azar. “Reglamento del juego de rugby y notas para guía de referees. Publicación Oficial. Año 1979”. En la parte interna de la tapa, o sea Página uno, leo: “Sportsman. Es aquel que no solamente ha vigorizado su músculo y desarrollado su resistencia por el ejercicio del algún gran deporte, sino que, en la práctica de ese ejercicio, ha aprendido a reprimir su cólera, a ser tolerante con sus compañeros, a no aprovechar una vil ventaja, a no sentir profundamente como una deshonra, la mera sospecha de una trampa y a llevar con altura un semblante alegre bajo el desencanto de un revés” De “Punch” Año 1850.

Por Jorge Mazzieri, desde Córdoba, especial para Tercer Tiempo

Opinión

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