“Arte de dirigir un asunto para lograr el objetivo deseado”. Diccionario de uso del español. María Moliner.

Amigos, con esto me conecto con ustedes, con el rugby, con los que no son de este deporte, en suma, con todos. Que es en realidad el sentido de la letra impresa. Y que con la magia  de las escrituras desde que existen, toman vuelo y su recorrido es infinito.

En el rugby, lo de la estrategia, es necesario, básico, fundamental, y para mí, en lo conceptual, imprescindible. Se trata en síntesis de que en el partido el equipo conformado por 15 jugadores debe invadir la meta adversaria, y que es defendida por un equipo también conformado por 15 jugadores. En el medio emerge el cómo se le niega a ese adversario, en cada turno, que cumpla con los mismos propósitos. Los caminos a recorrer para que se desarrollen en el partido ambas intenciones, tendrán que extenderse dentro de las líneas que limitan el terreno, y cumpliendo la reglas que controlan la práctica de este deporte.

Para que se realicen de manera conveniente los dos proyectos: ataque y defensa, las escuadras tendrán que cumplir de manera ajustada las tácticas, que son las maniobras con las que se escribe el texto del encuentro. También, y menos poético, es el armado con el que se construye un partido para satisfacer las estrategias. 

Las tácticas se deberán desarrollar de manera inteligente en lo teórico y en su práctica. Ésta, la práctica, se constituye de esa forma, en el latido, en la vida del rugby. Pero porque lo de la inteligencia es, además, elevar al máximo el umbral del error. Es así que con la debida técnica individual y de conjunto se armará el tejido del partido. Match que el individuo comienza a jugarlo y que no sabe -ni quiere saberlo- cuándo terminará.

 

Por Jorge Mazzieri, desde Córdoba, especial para Tercer Tiempo