Espíritu

Como nos cambia la vida, podríamos iniciar así este comentario que tiene que ver con el espíritu que movió al rugby desde tiempos inmemoriales y que nadie pretende que no se vaya modificando con el modernismo, pero en donde hay determinadas actitudes que deberían ser inalterables.

A nadie se le va a ocurrir viajar en la caja de un camión a Buenos Aires, por caminos polvorientos de tierra como lo hacían los estoicos jugadores de la primera “porteña” del Club A. Estudiantes cuando jugaban el torneo de la entonces UAR; ni usar de vestuarios un conglomerado de árboles (creo que eran aromitos) como vestuarios en aquella 1ª cancha que usó Tilcara en la Avenida Jorge Newbery; ni ir en lancha a Santa Fe y luego tomar un colectivo de línea para llegar a Cabaña Leiva; ni tantas cosas mas que hicieron a ese indomable espíritu por el deporte que nosotros llamamos rugby.

Pero es triste evidenciar algunas actitudes que se evidencian en los últimos tiempos y que tienen que ver con ese espíritu.

Personalmente entiendo que es inmoral y se contradice totalmente con el rugby “cargar” a un jugador en pleno partido, salga esta cargada desde adentro o fuera de la cancha. Mayor destreza, capacidad técnica o táctica no le da derecho a nadie para “sobrar” o “gastar” a otro. Hay que ser grande en la victoria y en la derrota, con humildad, con honestidad y sobre todo con ese espíritu que nos da este deporte y al cual debemos aferrarnos ferozmente. Este sábado a viva vos un jugador de un equipo se quejaba de la gastada de otros durante el desarrollo de un partido. Para mí y para quienes lo escuchamos, fue un golpe terrible. Nos pareció un tackle desleal para roja en pleno partido.

Tampoco entendemos el “apuro” de algunos cuando son eliminados de un torneo.

El sábado pasado, en el seven Provincial, fueron varios los que “pidieron” que les adelantaran el “tercer tiempo” para poder volver a sus casas. Hay dos cosas que no entiendo y detesto: 1) si continuaban en el torneo a determinada hora se retiraban? 2) el tercer tiempo, más allá que se tome y se coma, es un momento de camaradería y que mejor que se mezclen jugadores de 16 clubes distintos, con los referees y dirigentes. El tercer tiempo no es la entrega anticipada de unas cervezas o gaseosas y algunos sandwich para comer en el viaje de regreso.

Gran espíritu demostraron los chicos de Rowing, muchos de Estudiantes, Tilcara y sobre todo los de San Salvador, últimos en la posiciones deportivas, pero sin dudas campeones en el tercer tiempo.

Lamentablemente estas cosas son las que carcomen el espíritu del rugby. Nadie puede obligarlos a cambiar, más allá que en los reglamentos de algunos torneos se incluya al tercer tiempo como una obligación.

El “tercer tiempo” es un momento al que solo nos puede obligar nuestro espíritu. Que no se pierda.

Por Manuel Arrías

Opinión