Cada maestro con su librito y si de cábalas se trata, cada cual ensaya la suya. ¿Se habrá tratado de ello?.
Alejandro Rezett, manager desde hace algunos años en el Plantel Superior del Paraná Rowing Club, un hombre al que todos los clubes desearían tener. Un relojito, infaltable, está en todos los detalles de lo que demande el equipo. Tercer Tiempo escuchó una linda historia que narraban al costado de la cancha y trató de reflejarla.
Entre sus menesteres y no dejando ningún detalle librado al azar, Ale, padre del picante tercera línea de primera, Yamil, se encargó de guardar la pelota del anterior ascenso Remero –2016–, tras el choque ante Universitario de Santa Fe.
Seguramente la idea era enmarcarla en la vitrina de los trofeos como uno de los tantos logros. Allí, era la tercera vez que la entidad alcanzaba toparse con los mejores 12 clubes de litoral, pero algo presagiaba que quería otros pinches y roces.
Una cosa llevó la otra y en definitiva esa pelota no se materializó para empotrar en el recuerdo, porque la vorágine del rugby actual no la olvidó y quizás Ale la reservó porque estaba encendida siempre la llama de volver a estar en la discusión mayor.
Puede entrar en el carácter de cábala también, lo cierto es que aquella guinda, a través de quien se encargó de preservarla en muy buen estado, «El mejor manager do mundo» -como lo describiera Laureano Ríos– apareció en escena para ser parte de la anhelada coronación de un nuevo ascenso, el cuarto desde que entró en vigencia el Torneo Regional del Litoral.
Ahora si, con el deber cumplido, Ale prometió llevarla al vitral de los recuerdos para que las futuras generaciones remeras, juntos a sus antecesores, puedan revivir una de las tantas lindas anécdotas.