«El rugby no me enseñó a matar»

A propósito de un hecho de público conocimiento y la referencia (del periodismo amarillo) al rugby, a la hora de hacer alusión al asesinato de Fernando Báez Sosa, cuyo caso transita por estos días su juicio oral.

José Carlos Cuestas, ex jugador, entrenador y dirigente del Club Tilcara y del Córdoba Athletic, otrora presidente de la Unión Entrerriana de Rugby, deslizó un análisis y emitió su opinión. Su palabra es siempre válida, fundamentalmente por su intachable calidez humana, respeto y caballerosidad.

Era un chico de la calle, no por falta de padres, al contrario, pero estaban abocados a la enfermedad temprana de mi viejo, cuando lo necesitaba, un ACV, lo tenía impedido de ser el papá querido.

Mi protección era la calle y los clubes. Eran muchas las horas del día para vivirlo. Conocí todas las versiones, las que uno puede elegir, la del bien y la del mal. Muchas veces encontré el camino errado, pero por suerte alguien me rescataba.

Los clubes tuvieron que ver. Primero el básquet, donde en algún escondite conocimos fumar y probar el alcohol, nadie nos impedía, solamente la vida nos arrastraba.

Después el rugby, diferentes etapas, pero se practicaba la amistad fuerte, las chicas que podrían ir a las canchas y el posterior tercer tiempo, nunca eran muy solventes, con suerte un sandwichs de paleta y queso, que no queríamos que se terminara.

Nunca me enseñaron a pegar,si a saludar al contrario cuando se terminaba el partido, me parecía raro, saludarnos con los que nos golpeábamos, así eran las reglas de este deporte con contacto.

Hice muchos amigos, los que mantengo hasta hoy, no sé si la amistad intima, pero si que te abracen cuando te ven.
Me fui a estudiar a Córdoba, seguí jugando al rugby, tampoco me enseñaron a pegar, sí a ser fuerte a dar todo en una cancha defendiendo las armas que nos daba este deporte y defender los colores que representaba.

El rugby y la vida de estudiante, comedor universitario, compartir habitación con algún amigo que a veces no se podía elegir. Me mimaron, me enseñaban las buenas costumbres, ayudar al compañero que necesitaba mas que uno, cuántas veces, nos prestábamos la camiseta, cuántas veces marcábamos la cancha antes de entrar, cuántas piedritas sacábamos de la cancha para que no nos lastimáramos, el buen césped no era muy conocido, la cancha era única y se jugaba y se entrenaba.

Despues deje de jugar,pase a ser un entrenador,nunca enseñe a pegar,si a que saludemos al contrario y compartir un momento con los que probábamos fuerza,y a veces nos embarrábamos,porque no se suspendia por lluvia.

Esa era la vida del rugby, la que a mí me contuvo, que me dejo todo los recuerdos hermosos.

Hoy ovalado te critican, pero porque creciste, no pudimos seleccionar la gente, algunos se infiltraron, pero nunca se le enseño a pegar y menos a matar.

Los clubes no perdieron estos valores,que son los del deporte,los que pueden rescatar a las personas torcidas,la vida de club es la que te hace buena persona y esto es la vida misma,tranformandote en una persona de bien.

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