Decir Jonah Lomu es decir rugby. El neozelandés resultó un emblema en la historia del deporte de la ovalada, un jugador absolutamente diferente que excedió incluso los límites de la propia disciplina en una era en la que todavía, la comunicación y la tecnología no contaban con los avances de la actualidad.
Seguramente pocos recordarán lo significativo que fue el 1° de diciembre de 2001. Ese día, los All Blacks visitaron a Los Pumas en el estadio Monumental denominado por aquel entonces, Antonio Vespucio Liberti. Hoy, por una cuestión de patrocinio, se trata del Mâs Monumental.
Cómo olvidar aquel día histórico. Y pensar que pasaron ya 24 años. Algunos jugadores del seleccionado vigente, aún no habían nacido. Miles de experiencias transcurrieron desde aquel momento… ¡Cambió el propio rugby! Sin embargo, esa vivencia, para los presentes, no se extinguirá nunca.
UN DÍA ÚNICO
El increíble Lomu desde lejos se percibía quizás, todavía más grande de lo que era. Andrew Mehrtens, con sus kicks quirúrgicos y su preponderante destreza mental, era impagable y llegó a enmudecer a un estadio repleto, en más de una oportunidad. La potencia del gran Tana Umaga. La astucia de Doug Howlett. Y la fiereza de la primera línea compuesta por Kees Meeus, el capitán Anton Oliver y Dave Hewett, resultaron implacables.
Esa fue la segunda vez que Jonah Lomu se medía en un encuentro oficial frente a Los Pumas y la primera que lo hacía en Argentina. De todas maneras, en ese entonces, talvez poco interesaban las estadísticas. Realmente era un espectáculo para no perdérselo y observarlo, disfrutándolo, sea como fuere.
El clima que se vivió era de fiesta. Infantiles con camisetas de todos los clubes disfrutaban y los mayores que estaban en las tribunas asombrados, comentaban que nunca habían visto un evento igual. Era la época en que los test matches comenzaban a convertirse en shows. La Mississippi actuó en el entretiempo y los stands de merchandising previstos para la ocasión colmaban gran parte del barrio de Núñez.
El seleccionado nacional dirigido por Marcelo Loffreda no desentonó en absoluto. Durante todo el partido Los Pumas tuvieron a los neozelandeses contra las cuerdas. Más allá, de que gran parte de las miradas se quedaban con los de Negro. Principalmente con el 11, que cuando tomaba la pelota despertaba gritos y susurros. No era para menos. Desde afuera, parecía casi una quimera detener en el uno contra uno a semejante wing… ¡Qué jugador distinto!
PALO A PALO
Argentina desarrolló un partido casi perfecto y los All Blacks tuvieron uno de sus encuentros más flojos. Parecía que los planetas se habían alineado para que sea el batacazo histórico de Los Pumas. Fue el partido de su vida para el otrora capitán Lisandro Arbizu, que llegó esa noche a marcar dos tries.
A muy poco del cierre y con el resultado a favor por 20-17, una patada de Felipe Contepomi quedó adentro y la visita atacó usando todo el campo de juego para concluir la acción en manos del octavo Scott Robertson –hoy, DT de los All Blacks– que dio vuelta el marcador desparramándose en el ingoal que estaba justo debajo de la cabecera donde había un puñado de paranaenses.
El mínimo error ante las potencias se paga carísimo. Y vaya si lo supieron Los Pumas ese día. De todas maneras y más allá del resultado, aquel 1º de diciembre quedará guardado por siempre en la historia del rugby agentino.
MÁS QUE UN RECUERDO
En su recorrida triunfal al término del juego, saludando a la alborotada hinchada argentina, Jonah Lomu le regaló toda su indumentaria a la gente. Tal fue la casualidad, que uno de sus botines lo tomó el paranaense Gonzalo Seghezzo, ex jugador de la camada ’71 del Club Tilcara, que se encontraba en el evento con sus amigos de la institución de Sauce Montrull. Al volver a Paraná, aquella reliquia quedó inmortalizada en El Quincho de la Ruta 18.
“Lo tuvimos mucho tiempo en el club exponiéndolo, pero decidimos sacarlo, porque hubo intenciones de robarlo, un par de veces, más que nada por maldad o picardía”, comentó Walter Walz en declaraciones a Mirador Entre Ríos. “La idea que tenemos como institución ahora, es venderlo o subastarlo y así, con ese dinero, podemos llevar a cabo obras que nos vendrían muy bien para el club”, remarcó y concluyó: “Jonah Lomu, es para Nueva Zelanda, como para nosotros Messi o Maradona. Seguro pueda haber algún club o fanático que quiera tener esta reliquia consigo y seguro le va ser muy útil”.