Su vida y obra; el rugby y la medicina; a través de La Pasión de León

El deporte cuenta con numerosas historias, construidas a través de sus protagonistas. Jugadores, entrenadores, referees o dirigentes, en el rugby entrerriano, cada quien asume experiencias qué contar.

Algunos, buscan materializar sus recuerdos mediante letras e inmortalizarlos para la posteridad con el fin de volver a transitar aquellas vivencias, buenas y malas, que la vida les brindó.

José Carlos Cuestas, ex jugador y entrenador del Club Tilcara, actual vocal de la Comisión Directiva del ‘Verde’ y otrora presidente de la Unión Entrerriana de Rugby, concretó días atrás su anhelo de narrar ‘La Pasión de León’, un libro dedicado a “quienes aman una pasión y la disfrutan como un estilo de vida”, según afirma.

Editada de manera independiente, esta novela que tiene ficcionado al personaje principal, transita por diferentes etapas de una vida intensa y cautivante, signada justamente por el amor al rugby y la medicina, su deporte y su profesión, respectivamente.

‘Fiorito’ -como se lo conoce en el ambiente-, manifestó en diálogo con MIRADOR ENTRE RÍOS sus sensaciones luego de lanzar una obra en la que da cuenta de todos sus pasos y un recorrido plagado de virtudes y errores, pero realizado con mucha pasión y compromiso, teniendo como base la humildad, honestidad, el respeto, la sensibilidad y la amistad.

Se trata de una persona muy querida principalmente en Paraná y Córdoba, sus dos ciudades predilectas y su trayecto, en La Pasión de León, es un propio reflejo de su hombría de bien.

 

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-¿Qué lo impulsó a escribir este libro?
-Siempre quise escribir algo. A lo largo de los años, fui redactando cositas sueltas, pero sin saber a dónde iba con eso, ni nada por el estilo. Era difícil armar y compaginar todo lo que iba narrando, teniendo en cuenta que no todo estaba relacionado.
En 2019 tuve una cirugía sorpresiva. Estaba en mi mejor momento. Sin embargo, de un día para el otro me dijeron debía afrontar una cirugía cardiovascular. Le puse el pecho a las balas, no me quedaba otra salida. Al recuperarme reflexioné muchísimo. Y la verdad, sentí el apoyo de la familia, los amigos… Retrocedí en mi vida y me fui hacia lo más íntimo, partiendo desde mi infancia hasta el día de hoy. Escribiendo, me fui dando cuenta de los argumentos que me llevaron a ser quien soy.
En 2020, cuando llegó mi jubilación y se entremezcló un mayor tiempo libre con las restricciones por la pandemia, aproveché y empecé a elaborar todo esto a la vez como una distracción.

-En pocas palabras, ¿cómo “La Pasión de León” retrata su vida?
-Esta novela autobiográfica tiene ficcionado al personaje principal, León, que fue en realidad el segundo nombre de mi padre. El primer capítulo es el dolor de la realidad y cómo es tomado por el ser humano. León se encontró con una enfermedad que tenía la oportunidad de revertir, pero con un alto riesgo. Situaciones límites obligan a la reflexión y toma de decisiones, tomando conciencia que la vida no tiene precio: todo lo que conseguiste quedará y no te lo podrás llevar.
La pasión incluso en lo laboral, siempre transitó cerca de la tentación, que muchas veces lo llevó a tomar caminos errados. En ese sentido su pasión nunca abrigó camiseta, sino la clara necesidad de concretar objetivos.
La obra trata de la vida de un personaje que se entrega por entero cuando se compromete con algo, encontrando la amistad íntima en el final de la lectura.

– ¿Cuán importante fue el rugby en toda esta historia?
– Sin lugar a dudas, me marcó y me sigue marcando muchísimo. Gladiadores, es el cuarto capítulo de mi libro y versa sobre mis inicios en el rugby, el deporte de mis amores. En esta parte de la obra busco reconocer a quienes me fueron guiando, como Manuel Arrías, que fue el primer entrenador de aquella división del Club Tilcara en la que todos los que conformábamos el plantel, terminamos haciéndonos muy amigos. Yo me había sumado cuando estaba terminando la escuela primaria y me impactó muchísimo, pese a que venía del básquet y en un primer término, mis padres de resistieron un poco a que practicara rugby considerando que era “muy brusco”. Entre otras historias respecto a ese capítulo, están las del primer partido en el que no teníamos camisetas y terminamos jugando en cuero, frente a Liceo de Santa Fe. Después nos medíamos por los raspones que teníamos… ‘León’, es decir yo, hace alusión también a los primeros viajes y más adelante, al paso por el rugby cordobés, en el Córdoba Athletic. Me refiero también a la cantidad de amigos que me dio el deporte y que fueron precisamente ayudándome a crecer.

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