Nueva Zelanda se convirtió en el primer semifinalista de la Copa del Mundo tras vencer 20 – 18 a Sudáfrica, en un encuentro disputado de manera emotiva y vibrante en el mítico estadio de Twickenham, en Londres.

POR LUIS AROLA

Bajo una lluvia intensa el marcador del juego fue cambiante y mostró por momentos pasajes de alto vuelo. Las acciones fueron reñidas y lo físico y mental en cada seleccionado fue elocuente.

Los All Blacks mantuvieron un equilibrio más allá de falencias en cierto aspecto desde lo disciplinario. No obstante, el campeón defensor dio claras muestras de superioridad en el manejo con un inspirado Aaron Smith en la conducción del cotejo.

La paridad fue el común denominador del primer tiempo y con algo más, los Springboks concluyeron los 40′ iniciales arriba, 12 –  7.

En el complemento, desde el banco de suplentes el DT neozelandés Steve Hansen estableció diferencias.

Nueva Zelanda se plantó firme, mostró durante el mayor lapso del juego que fue el que quiso e intentó. Propuso. Sudáfrica en tanto consiguió por momentos controlar la distancia.

Por tercera vez en su historia, los All Blacks accedieron a la final de una Copa del Mundo.