La vida del entrerriano Juan Manuel Fernández, impartiendo justicia en tierras nórdicas

Alguien puede quizás alejarse de su tierra y sus afectos, pero difícilmente pueda estar distante de sus pasiones. Tal es el caso de Juan Manuel Fernández, concordiense de 25 años aunque uruguayense por adopción que hoy, se encuentra en Oslo atravesando un disfrutando vivencias que años atrás no se imaginaba.

Su relación con el rugby, data casi desde su infancia y su acercamiento al Club Universitario de Concepción del Uruguay (CUCU), entidad emblema de esa costa entrerriana.

Pese a la lejanía de su hogar y más allá de que a priori el periplo que organizó, no preveía ligarse con el deporte de sus amores -que de hecho es poco popular en las naciones nórdicas-, el destino quiso que se reencontrara con el rugby en su actual país de residencia y que nuevamente, se calzara los cortos, los botines y tomara el silbato para salir a la cancha a arbitrar, tal como lo supo hacer durante sus últimos años en Entre Ríos.

En Dinamarca y Noruega, la carrera de este Profesor de Educación Física como referee empezó a tomar tal envión que pocos días atrás, llegó a ser juez asistente del encuentro internacional que protagonizaron ambos seleccionados, por la Copa de Europa.

En diálogo con MIRADOR ENTRE RÍOS, Juanma abordó su presente y ahondó en su futuro, más cerca del Viejo continente que de la geografía Panza verde.

-¿Qué te llevó a irte a Europa?
-Todo empezó en Dinamarca, en marzo del año pasado. Agustín Moser, un amigo del CUCU que se ligó también en este caso al rugby danés, fue uno de los impulsores de mi partida. Tenía también un amigo que se encontraba en Suecia y que al haber estado mucho en Dinamarca, me comentaba cómo se vivía en esta parte del continente. Por varias razones, como la situación económica de Argentina y algunas cosas más, empecé a evaluar el panorama, dado que mis amigos me sugerían que juntara la plata y viniera como quien dice a probar suerte. Fue así que ’Puche’, me acompañó en todo el proceso organizativo de este viaje, como obtener el visado y demás y de hecho, también en mi primer tramo acá.
Resulta que alcancé a viajar pocos días antes que cierren las fronteras por cuestiones del Covid-19, aunque fue un viaje de mucha incertidumbre.
Fue mi primer viaje en avión y todo se dio muy rápido. No tuve prácticamente respiro al llegar, ya que mi amigo me comentó que habían echado a un empleado del restaurante donde él trabajaba, por lo que necesitaban a alguien más y si yo estaba dispuesto, me tomaban. El rol era de lavaplatos. Entonces, después de tanto tiempo de viaje, entre escalas y vuelos, llegué a Copenhague y empecé a las pocas horas a trabajar.
En Entre Ríos, era profe del equipo competitivo de natación del Club Regatas Uruguay y entrenador de las categorías juveniles del CUCU, junto a Juan Martín Podestá, Juan Castex y Martín Spais. Si bien estaba en mi rubro a tiempo completo, también tenía estas ganas de salir, explorar y hacer otras cosas que estando en Argentina se pone difícil.

-¿Cómo te vinculaste con el rugby nórdico?
-Estando en Argentina, sabía que al llegar a Europa, jugar no iba a jugar. Si te lesionás y no llegás a trabajar, acá todo es muy caro y se iban a hacer las cosas cuesta arriba. Entonces pensé en arbitrar. Si hay un rol que siempre se necesita en todo el mundo, son árbitros de rugby.
Antes de salir para acá, envié un mensaje aunque no me respondieron y al llegar, mandé otro y me pusieron en contacto con el jefe de referees de Dinamarca. Con algo de incertidumbre, me pidió algún video. Se lo envié y al parecer le gustó.
Con algunas medidas medias raras, por tema Covid, avanzamos. Un día, volviendo del trabajo en bicicleta, vi que estaban en un lugar jugando al rugby. Frené, empecé a charlar con los chicos, entre ellos algunos argentinos. Les conté que mi idea era arbitrar y ellos me contaron que necesitaban un referee que los representara, ya que es obligación.
A los pocos días ya me invitaron al primer partido, que fue en Suecia. El primer desafío no fue sencillo, sobre todo por el inglés. Hoy estoy quizás más canchero, pero hace unos meses no lo estaba. A ese partido lo arbitré con la indumentaria de la Unión Entrerriana. El juego terminó mal, con una gresca generalizada -explica sonriente- aunque a los capitanes les gustó porque según me dijeron no pausé tanto el encuentro, algo que también me han dicho en varias oportunidades posteriores.
De ahí en más continué. Se me fueron acercando los responsables de referees de distintos lugares como para encaminarme. Fueron llegando cada vez más viajes que por suerte disfruto al máximo. Ya arbitré en el campeonato local, en sevens masculinos y femeninos y en partidos entre seleccionados nacionales. Ojalá sigan llegando nuevas oportunidades.

-Y tu vínculo con el referato, ¿cómo nació en Entre Ríos?
-Empezó siendo bastante chico. Aún estando en la secundaria, creo que en el último año, nos invitaron a varios chicos de mi grupo de amigos a entrenar las divisiones infantiles del club. Lo hacía mientras a la vez, seguía jugando, claro. Y, como en los encuentros infantiles por lo general el que arbitra es el profe, empecé a referear. Y comencé a tomarle el gusto a ese rol… Un fin de semana el CUCU necesitaba imperiosamente un referee para arbitrar juveniles, me ofrecieron si quería ir y fui. Así me ‘copé’ y seguí yendo.
Después llegaron las designaciones más serias a nivel Menores y alguna que otra de Primera, hasta que en 2019, Víctor Rabuffetti me propuso ir a arbitrar en Paysandú, Trébol con Seminario de Montevideo, por la jornada que abrió el campeonato uruguayo. Por suerte me fue bastante bien y desde ahí, no paré más.

-¿Con qué nivel de rugby te encontraste donde estás?
-Es un rugby muy amateur pero que a la vez, busca profesionalizarse al menos en lo que puede. Trabajan bien. Intentan crecer y aprender constantemente. Los referees usan todos intercomunicador, se trabaja mucho con videos y demás.
En cuanto al nivel de juego, talvez se torna similar al de un ascenso en el Torneo Regional del Litoral, es decir, un escalón más arriba que el Provincial Entrerriano.
Por ahí se hace difícil vivir de esto. En paralelo hay que seguir trabajando. De hecho en mi caso lo sigo haciendo. Ahora, en un servicio de catering.

-¿Cuáles son los próximos pasos que pensás dar en Europa?
-La idea en principio es seguir disfrutando de la vida por acá. Se vive muy bien. Sigo muy en contacto con la gente del CUCU y sin dudas, día a día con mi familia, con mi papá Fernando, mi mamá Alejandra y mi hermano Ladislao, así como con distintos amigos que tengo en toda la provincia.
Tengo la visa que se extiende en principio hasta septiembre del año que viene, con posibilidad creería después de prolongarla. También, por otro lado, estoy tramitando una ciudadanía.
En cuanto al rugby quizás no me dé de comer, pero mientras me siga dando estas posibilidades de viajar con todo pago y divertirme arbitrando, lo seguiré haciendo. Me llena y conocés mucha gente nueva. Eso es también parte del viaje.
Tengo ganas de volver a Argentina, al menos a ver a mi gente. Seguramente lo haré en cuanto pueda.

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