El concordiense Marcos Kremer continúa dando que hablar no solo en el país, sino en el mundo entero. Su presente es tan trascendente como su futuro. A nivel deportivo dejó de ser una promesa y se convirtió en una realidad.
No obstante, su lado humano es tan elogiable como su compromiso dentro de la cancha, con Jaguares y Los Pumas. Y sus actitudes, trascienden los límites del juego.
Marquitos hoy, es el mismo que partió de Concordia cuando era adolescente para migrar a Rosario. Su humildad, pese al éxito en su carrera, sigue intacta.
Él, se mantiene siempre con los pies sobre la tierra y cada vez que puede y que las exigencias del profesionalismo se lo permiten, vuelve al lugar que lo vio nacer. Vuelve para dar una mano; para apoyar; acompañar; para darse a conocer junto a los más pequeños; tomarse fotos o firmar autógrafos.
Este fin de semana no fue la excepción y pese a que fue parte de sus días de descanso en el Súper Rugby, el tercera línea no tuvo inconvenientes en responder afirmativamente a la invitación de Curiyú y recorrer los 80 kilómetros que separan la Capital del Citrus de Chajarí, para ser parte del Encuentro Infantil que organizó la entidad del norte entrerriano.
Una más y van… Marcos Kremer es así. Su esencia no cambia. Los valores de humildad, respeto y solidaridad que aprendió en el rugby, los aplica día a día en su vida.
Un ídolo empieza a forjarse en Entre Ríos. Simplemente, gracias. ¡Gracias por tanto rugby, Marcos!