En un tiempo donde muchas instituciones deportivas de Entre Ríos redoblan esfuerzos para sostener sus actividades y vínculos con la comunidad, el Club Curiyú de Chajarí inició una nueva etapa con una conducción que se propone combinar historia, pertenencia y proyección.
Desde hace algunas semanas, Alejandra Linares preside la comisión directiva del club, en un momento que presenta desafíos importantes, pero también oportunidades claras: reorganizar, fortalecer divisiones deportivas, recuperar espacios, ampliar la base de participación y afianzar el rol comunitario que desde siempre caracterizó a Curiyú.
La elección de Linares, abogada de 36 años de edad, no fue casual ni improvisada. Jugadora del plantel de hockey, con una fuerte participación en los últimos años en espacios dirigenciales y de representación del club, su presencia constante en entrenamientos, reuniones y actividades fue consolidando una figura cercana, comprometida y con vocación de escucha. Pero también, con ideas claras y un horizonte de trabajo ordenado y compartido.
Su historia personal está profundamente entrelazada con la del club. Su padre fue jugador en los inicios de Curiyú, cuando ni siquiera contaban con una sede propia, y su madre forma parte de la historia del hockey femenino en Chajarí. Hasta el año pasado compartía equipo con ella en la categoría de mamis, y este año decidió sumarse al equipo de primera para dar una mano en la reconstrucción del plantel. Esa coherencia entre el decir y el hacer es también uno de los ejes de su flamante gestión. En esta entrevista, Alejandra repasa sus primeros pasos al frente de la institución, sus prioridades, los desafíos que enfrenta Curiyú y la visión de club que busca impulsar junto a su equipo de trabajo.
—Alejandra, ¿qué significa para vos asumir la presidencia de un club como Curiyú, con tanta historia en Chajarí?
—Para mí es un honor estar al frente de Curiyú y una gran responsabilidad. Es un club que tiene una historia muy valiosa y que fue levantado con el trabajo desinteresado de mucha gente. Mi intención es acompañar una etapa de crecimiento, sin perder de vista lo que somos. Me propongo hacerlo desde un lugar humano, con escucha, con diálogo y con trabajo compartido. No hay otra forma de construir un club que no sea entre todos.
—Sos parte activa del club desde hace años y también formás parte del plantel de hockey. ¿Cómo fue ese recorrido hasta llegar a este lugar de conducción?
—Empecé acompañando a los más chicos desde que volví a Chajarí en 2019. Luego fui delegada de mamis representando al club en AHRU, y de a poco me fui sumando a más espacios. Todo se fue dando de forma muy natural, siempre con la intención de estar, sumar y aportar desde donde hiciera falta. Este año, incluso, decidí sumarme al equipo de primera para colaborar con la formación del plantel, algo que me genera mucho orgullo. Curiyú forma parte de mi vida desde siempre: mi papá fue jugador cuando todavía no había sede y mi mamá jugó al hockey desde los inicios. Hasta el año pasado compartimos equipo en mamis.

Alejandra Linares junto a su mamá, compartiendo el equipo de Mami hockey de Curiyú
—¿Cuáles son los principales desafíos que encontrás en esta nueva etapa y cuáles serán tus prioridades como presidenta?
—El desafío más grande es lograr que cada persona que forma parte del club sienta que puede sumar desde su lugar. A veces pasa que las cosas dependen siempre de los mismos, y eso agota. Mi prioridad es generar un espacio más ordenado, con roles definidos, donde el club no dependa de una sola persona. También me importa mucho acompañar a los profes y jugadores, escuchar lo que necesitan y trabajar en conjunto. Y sobre todo, que Curiyú se vea y se sienta: que se note que hay movimiento, trabajo y comunidad.
—Curiyú es reconocido por su fuerte espíritu familiar y formativo. ¿Qué lugar ocupa lo social y lo comunitario en tu proyecto de conducción?
—Lo social y lo comunitario son parte central de este proyecto. Queremos que Curiyú siga creciendo, pero sin perder lo que siempre lo sostuvo: las ganas, los vínculos, la presencia de su gente. Eso es lo que vamos a seguir fortaleciendo. Porque más allá del deporte, lo que realmente deja huella es el sentido de pertenencia, la calidad humana y la posibilidad de crecer juntos.
—¿Y qué papel creés que deben cumplir hoy los clubes en ciudades como Chajarí, más allá de lo deportivo?
—Un club puede marcar una diferencia real. Por eso nuestro foco está en construir comunidad, enseñar con el ejemplo y sostener valores que trasciendan lo deportivo. En un contexto social como el actual, los clubes tienen un rol clave: son espacios de contención, de encuentro, de formación, de identidad.
—¿Tienen proyectos para atraer nuevos deportistas y fortalecer la base del club?
—Sí, y es un punto importante para nosotros. Queremos fortalecer las divisiones que ya existen y generar propuestas que acerquen nuevos deportistas al club. Vamos a comenzar a realizar encuentros deportivos los sábados, pensados para compartir en equipo y en familia. También impulsaremos más jornadas en el club para ordenar, mejorar nuestros espacios y fomentar el sentido de pertenencia. Pero sobre todo, buscamos que Curiyú sea un lugar donde den ganas de quedarse, de crecer y de construir en comunidad.
—Para concluir: ¿cómo te gustaría que se recuerde tu gestión cuando finalice este ciclo?
—Quisiera que se recuerde como un tiempo en el que se trabajó con respeto y con presencia. Sin grandes promesas, pero con compromiso de verdad. Con la convicción de que lo importante no es hacer todo, sino hacer lo posible con honestidad, escuchando, acompañando y estando. Que se valore el esfuerzo compartido, las pequeñas cosas del día a día, y el intento genuino de dejar al club un poco mejor para quienes siguen.