Recursos

Pasar la pelota y recibirla (definición del pase), tomar la pelota de aire en la recepción de una carga o del pase de un compañero que lo hizo con el pie, llevarla con los pies, la patada, tackle, salto, carrera, conducta y el Tercer Tiempo luego del partido, conforman el conjunto de aspectos que rellenan el cimiento sobre el que se plantan las columnas que sostienen el juego de rugby.

POR JORGE MAZZIERI

La práctica de ellos no se detendrá. Y nacerá el hábito. Ese del que hablamos hace pocos días. Primero caminar, luego correr. Es el nacimiento y el crecimiento. Es el jardín y la primaria. Y la práctica nunca se detendrá. Los All Blacks, en el calentamiento pasan la pelota, durante los entrenamientos también y agregan de una u otra manera cada uno de los aspectos que he citado. Señalo a este equipo porque es el mejor del mundo. Y es el mejor del mundo porque todo lo que hacen en la cancha durante el partido es la aplicación de estas destrezas realizadas además con la mejor técnica. Es a partir del error cero en este sentido, que se pueden crear los recursos cuando las alternativas del juego lo requieren. Y son muchas por cierto.

No hermano, les dije en los turnos a un par de amigos que me hablaron con respecto a la creación del hábito: no se trata de fabricar autómatas ni tampoco autitos chocadores. Les aclaré que se busca lo contrario, y que es lo que se confirma a cada paso. Y la explicación es que practicando de la mejor manera (sin mezquindad) lo básico durante toda la vida del jugador, el hábito llegará y será para quedarse. Esto ampliará la condición mental logrando la inclusión de mayor cantidad de factores que la enriquezcan. Y será con el razonamiento del jugador que así primero lo entenderá y luego lo practicará. Este hombre –el jugador- ampliará su condición intelectual, lo que le hará ver con claridad los recursos a los que tendrá que apelar para resolver las miles de dificultades que se le aparecerán en cada una de las etapas que tenga que transitar en su vida con el juego de rugby. Concretamente y reitero, nada en el rugby se realiza sin el uso integral de la razón.

El ejercicio del pase al ritmo de entrenamiento, no será lo mismo que el pase con salteo, o el revert, o tirar un rastrón, o con una mano todo con alto ritmo y teniendo el adversario enfrente suyo y a dos metros de distancia, que además también viene a toda velocidad. El hombre que ataca tiene que estar habituado al manejo de lo básico y así tener la disposición mental, y física, para crear el recurso que le permita la continuidad de la maniobra. Este, el citado, es sólo un ejemplo del montón de alternativas que se presentan en cada partido. En ataque y en defensa.

Increíble demora

Los países centrales del rugby le llevan muchos años de ventaja a la Argentina rugbística. Esos países, tal como sucede en el nuestro con el fútbol, hace muchos años que están habituados al juego de rugby porque se practica en todas las localidades, colegios, potreros, parques y a toda hora. Aquí, si bien la UAR se creó en 1899, recién en 1945 se disputó el primer Campeonato Argentino de Uniones. Participaron Córdoba, Tucumán y Capital y Provincia (separación ésta que dispusieron los clubes de la ciudad de Buenos Aires). Y recién en 1995 los clubes del puerto dejaron la mesa Directiva de la UAR (formaron la URBA), fecha en la que pasó a ser ocupada exclusivamente por las Uniones de las provincias. Digo esto para que saquemos la cuenta del tiempo que se perdió. El tiempo que pasó anclado este deporte sin dejarlo crecer para que, como sí sucedió con el fútbol, ingresara de lleno en cada rincón del territorio nacional transformándose así en un hecho cultural, lo que se comprueba cuando le haces rodar una pelota de fútbol a un niño de más de dos años, ¿qué hace? La patea. Qué hace el mismo niño pero que nació en Nueva Zelanda –lo he comprobado-, la levanta con las manos y la pasa. Lo del fútbol y su profundo traslado a cada rincón de la Argentina es aquí el hecho cultural más extendido, las connotaciones que nacieron, que son muchas y algunas muy serias, es otra historia.

Recordemos que, juntos, ambos deportes fueron traídos a nuestro país por los ingleses en la segunda mitad del siglo XIX cuando, entre otras cosas, tendieron la red ferroviaria. En Buenos Aires, una elite clasista se adueñó del rugby que hasta hoy se ufana declamando que “el rugby no es para cualquiera”. Yo entiendo que por el contrario y pensando en su difusión, no cualquiera está en condiciones de transmitir y enseñar éste o cualquier deporte de manera que abarque a toda la sociedad, sin exclusión alguna. Tal como se hace sin descanso y desde siempre en los países centrales.

Opinión