¡Que dos años no son nada!

Se estuvo cerca, se le fue ganando al mejor, y con un primer tiempo completo en donde Argentina fue superior en casi todo, menos en el marcador (final), con un scrum demoledor pocas veces visto en este tipo de partidos (tanta y tan clara superioridad), con 9 puntos intentados, pero no concretados. Sin embargo los partidos no duran 50 ni 60 minutos.

Venimos haciendo referencia a ciento y pico de años de all backs (nombre original) y un poco/bastante de varios aspectos que engrosan la brecha de años blacks de distancia. Como también venimos elogiando con bombos y platillos y sin escatimar calificativos, el esforzado avance de Los Pumas en las últimas temporadas.

El ex Tri Nations, actual Rugby Championship con Argentina ‘a prueba’ y con posibilidades crecientes de que quede firme, es el torneo de selecciones más competitivo del mundo, porque en él juegan los tres mejores, y, como sabemos, desde el 2012 también participan Los Pumas. Tamaño privilegio, agradecida oportunidad, pero al mismo tiempo semejante compromiso.

Y Argentina no sólo no ha desentonado sino que hasta pudo haber ganado algún partido de estos 11 primeros que lleva disputados  (en esta 2° edición aún le falta el partido de local ante Australia, el próximo sábado 5 en Rosario). Se ha ponderado en el país y el mundo su garra, su corazón, su predisposición colectiva a la hora de defender, el tackle y el scrum, y una mejoría en el juego general. Pero todavía falta dar el gran paso de pasar de ser un duro (e ‘ideal’) rival a enfrentar (te va a exigir a fondo gran parte del partido, pero sabiendo que al final le ganás aún no estando en tu mejor día, podría ser la lectura desde la óptica de los adversarios), ese trascendental paso, o ‘zarpazo’ para ser más alegórico, y ganar algún partido.

Pero para que no sea el partido del que hablemos o recordemos durante años o décadas, el planteo del cambio en cuanto al juego debería ser muy grande, desde y con un compromiso acorde de los clubes y seleccionados provinciales, buscando un rodaje, un tipo de juego más integral que posicional o en base a acotados puntos fuertes que se tenga y/o individualidades. Porque con esa actitud, esa vehemencia para con el juego, el no saber canalizarlo para que rinda sus frutos (estoy seguro que más de uno en el extranjero está pensando cómo no tengo alguno de esos ‘nenes’ en mi equipo, en mi club, en mi seleccionado), es un tema que debiera preocuparnos y ocuparnos a todos, donde cada uno podrá contribuir desde sus roles, pero con un objetivo bien claro. Para apuntar (alto) a que se les puede ganar a estos enormes (y no ‘meterles’ un partido en 30 ó 50, que esto va a pasar, porque ellos son humanos y se equivocan), hay que empezar a promover y enseñar desde chiquitos cosas como que el wing puede y debe entrar como el 14 All Black: ‘un tal Smith (no Conrad, el centro, les relataría el entrenador de turno), bueno, vieron como entró (de paso está para sentarlos y pasarla varias veces), entonces si estoy de wing ciego no me quedo mirando el partido, busco participación (voy a entrar en falso por todos lados, pidiéndola a veces, otras no -repetirles y repetirles, si se ‘cuelgan’ hasta los de primera en esto!-, hasta que en una no va a ser en falso, la entrada y seguramente el ‘agujero’ van a ser reales. Pero todo esto lo voy a vivir por primera vez a los 12 ó 13 (y mientras mis forwards no dejan de practicar scrum, line y demás por su puesto), cosa que si llego alguna vez a primera o a alguna división de plantel superior de mi club (o en ciertos casos al seleccionado de su provincia o alguno nacional), esto me sea de lo más natural (como se nota lo es para los All Blacks), como al centro que amaga ese pase largo de ida, rever pass de vuelta y como parte del mismo movimiento y otra vez de ida, pero en esta ‘2° ida’, corto y ‘colgadita’ para que o bien cuando vaya subiendo o bajando la tome el wing (explicarlo así eh, no darlo por sabido, ni obvio, no, decirlo, que no crean que es un pase ´rifado’ o mal dado o sin mirar-se lo vió de reojo y además justamente por el tipo de pase y a la velocidad que viene el receptor se sabe que la va a tomar sin problemas-, sino más bien que sepan cuando es viable), esa pelota ‘en bandeja’, para no perderla, para tratarla de la mejor manera, como los (pases) buscados en los tantísimos entrenamientos de manejo que va absorbiendo un jugador mientras crece y aprende además de técnica, táctica y estas cosas relativas al juego, se va también empapando de valores y haciéndose de amigos. Qué combo inmejorable! Pero este no se compra en ninguna cadena conocida, esto es un inconmensurable regalo, que está en nosotros qué tan sorprendente y provechoso pueda ser.

De todos modos ha pasado poco tiempo para Los Pumas, y es cierto e importante que se ha mejorado. Tampoco que el objetivo que nos quite el sueño sea ganarle a los All Blacks, ni siquiera llegar a tener un hipotético 50 y 50 de chances antes de un partido. Sí tratar, si se ve que haciendo un esfuerzo grande, pero lógico, se puede, bienvenido sea, pero con los pies en la Tierra (una posibilidad es que pasen varios años más para ganarles el primero y otra bastante probable, que nunca seamos mejores que ellos). Al mismo tiempo es difícil establecer cuánto se ha crecido cuando enfrente tenés a semejantes equipos, que sí te sellan a fuego en el expediente de las estadísticas cuando te equivocás un ápice: 3, 5 o 7 puntos en contra, para traducir.

En cuanto a dicha mejora, agregar o resaltar lo del SCRUM (sí, con mayúsculas!): se había percibido un cierto badén en los últimos años, para dejar de ser una faceta, como les gustas decir a los mismos protagonistas, sobre todo los 3 de adelante, ‘de sometimiento al rival’, una aspereza, un roce, un involucramiento, tan firme y contundente como leal y conforme a las leyes de juego. Uno de los rasgos distintivos del deporte que nos hermana, en donde Los Pumas son abanderados absolutos. Indiscutidos, respetados, reconocidos, y si pudieran evitarlos (de hecho en casi cuanta opción de line o scrum que tienen los rivales se inclinan por la primera, obvio, cuando lo más frecuente es pedir scrum). Pero volvió este año esa presión, ese ‘vení –tan implícito como ineludible- que de acá no te escapás fácilmente’, que tanto tiene de físico y psicológico e impacta directamente en el desarrollo del juego (y no sólo a la primera línea o los forwards, a todo el equipo). El scrum Puma es temido, hay que decirlo, porque es arrollador, desgastante, y no sólo es fuente de obtención, sino de penalización al rival (que llegan a cometer hasta 10 infracciones por partido!) Acá queremos resaltar que aunque es clara la reiteración de faltas que derivan en penal o free kick: derrumbe, colapso, tirada torcida, pilar que se cruza, que no se toma correctamente, 3ra desprendida, etc., no sabemos por qué no son sancionadas con amarilla (estamos hablando de 5, 6, 7,….a las cuántas? Y se ve claro, además que se sabe de esta supremacía). Y también parecería convenir no sacarla del scrum mientras este avanzando, controlarlo, con pelota en los pies del ocho, y darle. Hacerse bien fuerte y sacar todo el provecho que se pueda de esta formación.

También son abanderados del tackle, o primer promedio seguro (y 2do, …..). Para aplaudir, para llenarse la boca los relatores, para su gente, para ellos mismos. Nada que reprochar, mucho, muchísimo para elogiar, resaltar, titular. Una lección de entrega, de humildad, ver en acción (y oír las palabras) de Julio Farías Cabello, que ya le deben estar por levantar una estatua en Tucumán, al menos en su club.

El scrum, el plano defensivo, la actitud, por un lado. Pero sabemos que está el otro lado, el de la construcción del juego, el de la creación y definición, el de sumar de a cifras que ‘rindan’.

Es verdad que son contados los equipos en el mundo con un ataque implacable, tal vez hoy en día sólo los All Blacks (y Francia como mucho). Y es porque esto requiere de varios componentes, tiempo, paciencia, mucha dedicación. Desarrollo de destrezas/habilidades físicas, intelectuales, de equipo,… Que con el tiempo le dan al jugador, confianza, seguridad, gravitación, potencial de desequilibrio, individual y sobre todo, colectivamente. Que cuando esta consistencia alcanza cierto nivel, se torna en una identidad característica de un equipo (sea de club, provincia, región, nación). Nueva Zelanda es marca registrada. Es rugby. Es ejemplo!

Son los padres del rugby, y nosotros, demasiado ‘atrevidos’, haciéndole cierta mella en algunos aspectos. Y con qué humildad lo reconocen!, lo dicen, lo exponen,…, pero claro si todo el mundo ve la superioridad en el scrum que imponen Los Pumas. Sí, pero hay tantas cosas que se ven tan claras y nos cuesta tanto reconocer, pedir disculpas, arrepentirse,… (yendo un poco a otros planos, no sólo el rugby o el deporte). Y el rugby son valores, espíritu deportivo, y esta demostración, de parte de los mejores del mundo, de reconocerse superados en algo, es aleccionadora. Y vamos a cerrar con esto que supera en el marcador a cualquier otro análisis o comentario: ejemplificador testimomio del entrenador Steve Hansen en cuanto a saber reconocer los propios errores o en donde uno es superado (tildó de ‘excepcional’ al scrum argentino). Y de mano (boca) de quién!

Suerte admirables Pumas en el próximo partido, y a seguir aprendiendo de estos ejemplos no sólo del rugby, sino también de la vida!

Por Mariano Lemoine, desde Mendoza, especial para Tercer Tiempo

Opinión

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